El
Desarrollo económico de la América Latina y algunos de sus principales
problemas.
Raúl Prebisch (1986)
En esta lectura, el autor se plantea
la cuestión de la división internacional del trabajo que ha definido que
América Latina ha de encargarse de proveer de alimentos y materias primas para
los países industrializados. Sin embargo, muchos conflictos internos y crisis
han causado un cambio en el performance hacia un fortalecimiento de la actividad
industrial. En ese sentido, la división internacional del trabajo se ve
refutada por el hecho de que el fruto del progreso técnico no tiende a
repartirse equitativamente entre la colectividad. Las diferencias en los
niveles de vida ahora no son sólo entre los países sino a lo interno de sus
sociedades.
A partir de esto el autor señala que
la industrialización de América Latina lejos de ser incompatible con el
desarrollo eficaz de la producción primaria se puede asociar a la mecanización,
acercando a la relación que existe entre desarrollo económico e intercambio,
alimentado por el crecimiento industrial.
Dentro de los problemas que se
encuentran en América Latina se encuentra la escasez de divisas, principalmente
dólares, ya que Estados Unidos no ha aumentado su coeficiente de importaciones
de productos Latinoamericanos, lo que causa aumento en el precio del dólar, la
inflación y repercusiones para la economía en general; es esto una demostración
clara de la dependencia de la inversión estadounidense en América Latina.
Esta cuestión que implica una
complejidad en el manejo del capital muestra que el modelo de divisas actual
tiene repercusiones similares a la rigidez que poseía la aplicación del modelo
de patrón oro. En ese sentido la inflación se ha convertido en la herramienta
de política monetaria más utilizada para general estabilidad de la moneda, en
detrimento del poder adquisitivo.
El problema de la escasez de divisas
aunado a la expansión monetaria no ha demostrado tener la capacidad de aumentar
las divisas al nivel necesario para poder realizar importaciones de bienes de
capital, sino la de redistribuir los ingresos. Tomando en cuenta que la
elevación del nivel de vida depende de la acumulación de capital; es decir, de
la capacidad de ahorro.
Es ahí donde radica uno de los
principales problemas latinoamericanos, de acuerdo a Prebisch, ya que el
aumento de la productividad está condicionado al capital –que aumentamos
mediante la inversión y el ahorro. Es necesario, como solución, que se dé una
cultura de fomento a la formación de capitales en vez de promover el consumo
prematuro. La ocupación en el sector industrial entonces se traduce en un
aumento neto del ingreso nacional y, por consiguiente, en mayor ahorro.
Prebisch, ante esto, propone que las economías latinoamericanas deben crecer a
lo interno e industrializarse para permitirse no depender de las exportaciones
que, sin dejar de lado que generan divisas, no rinden frutos medidas desde la
crisis para el grueso de la economía.
El segundo problema identificado en América
Latina está relacionado con la industrialización y el progreso técnico que
refiere a la existencia de modelos productivos similares en países vecinos.
Un tercer problema que se identifica a
nivel de la región es la eventual contracción de capitales de origen exterior
perjudicando a América Latina. A partir de esto es que las ventajas del
progreso técnico se ven manifestadas de acuerdo al crecimiento de la
productividad de la industria superior al de la producción primaria. Esto se
explica fácilmente ya que los ingresos, en la producción industrial, son
mayores al crecimiento de la productividad debido a las elevaciones en los
precios; en contraparte en la producción primaria los ingresos son iguales al
crecimiento de la productividad.
En el proceso cíclico de la economía
capitalista observamos como menciona el autor: “en la creciente la demanda
sobrepasa la oferta y en la menguante ocurre lo contrario” (Prebisch, 1986, pág. 484) , lo que da a
entender también que los precios primarios suben rápido en la creciente pero
bajan rápido en la menguante.
En cuanto a la afectación de la
elevada productividad de los Estados Unidos, tenemos que tomar en cuenta varios
factores, entre ellos: el variante ritmo de crecimiento y la distribución
internacional. Esta creciente productividad lo que ha hecho es mejorar el
crecimiento de los ingresos pero no el precio de los productos primarios. Es
decir, si la ventaja técnica no se propagaba a través de los precios, se
extendería de igual modo por medio de la elevación de ingresos, tal como
sucedió en las economías industrializadas. Queda evidenciado como el progreso
técnico permitió a Estados Unidos acentuar y proseguir con su política proteccionista.
Ante la existencia innegable de una
potencia como Estados Unidos que condiciona a toda una región es imperativo que
la región encuentre nuevas formas que vayan de acuerdo a la nueva realidad que
existe en este momento en América.
La escasez de divisas tiene una
repercusión fundamental en América Latina tal y que se origina por la
disminución de compra de mercancías por parte de los Estados Unidos, en la
medida en la que los países necesitan divisas para cubrir sus necesidades, sean
o no justificables.
Las razones para que algunos países
industrializados tuvieran mayores ingresos que los Estados Unidos radicaron en
que redujeron sus importaciones, especialmente las originarias de esa potencia.
En América Latina se buscó disminuir el coeficiente de importaciones por medio
de la elevación de aranceles, la depreciación monetaria, las cuotas de
importación y el control de cambios[1].
La crisis generada luego de este
período proteccionista dio como resultado la aceptación del hecho de que el
comercio multilateral era lo más conveniente para América Latina. Si el “centro
cíclico” se encontrara en pleno empleo aumentarían las exportaciones al resto
del mundo, siendo acompañado, en consecuencia, por un aumento de las
importaciones y la acumulación de capital abandonaría el centro siempre que
este no disminuya su coeficiente de importaciones. En ese sentido la plena
ocupación de los EEUU lograría dos de sus objetivos: promover abiertamente el
comercio internacional y estimular la industrialización de América Latina.
El tema de la formación de capital en
América Latina, relacionada con el proceso inflacionario, donde el margen de
ahorro depende del aumento de la productividad del trabajo, lo cual no ocurre
en América Latina debido a la falta de capital que redunda en la necesidad de
inversión extranjera directa.
En esa situación se basa un argumento
claro que podría ayudar a la aumento de la productividad del trabajo pero que
no lo hace: el ahorro; ya que ahorrar significa dejar de consumir. En ese
sentido las disparidades de la distribución han creado grupos acumuladores de
capital, los cuales se estimulan de formas de consumo propio de países de alta
productividad, imposibilitando frecuentemente posibilidades de ahorro y el
eficaz empleo de reservas monetarias en importaciones productivas.
La presión inflacionaria se ve
modificada por las necesidades privadas y colectivas de recursos escasos. En
ese orden, la corrupción y la negligencia han llenado de dudas el uso de
reservas por la preferencia de bienes de capital importado. Artículos no
esenciales para el desarrollo por el elevado coeficiente de importaciones de
grupos de altos ingresos.
De acuerdo a las fases del desarrollo
de América Latina se da la existencia de períodos de expansión moderada, donde
en primera instancia, se da una fase de euforia en la cual se consumió el
capital acumulado. Luego se da un período de tensiones crecientes en los años
80’s y una tercera fase –que Prebisch no hubo observado al momento de la
publicación- de “penosos ajustes”.
En ese momento la inflación había
desalentado el ahorro espontáneo en América Latina, siendo la explicación de
esto que la inflación es el ahorro colectivo empleado por el Estado. Para ello
el autor recomienda buscar nuevas posibilidades de ahorro sin tanto
inconveniente social como el ahorro forzado. En ese sentido, se emplean las
entidades de préstamos internacionales.
Prebisch trata el tema de los límites
de la industrialización con cuatro temas esenciales comenzando con el aumento
de la productividad que es producto del progreso técnico y que crea
desplazamiento hacia una sociedad con mano de obra mal empleada. En ese sentido
América Latina debe reducir su coeficiente de importaciones suprimiendo
artículos no esenciales para importar bienes de capital. En ese sentido la
capacidad de pago debe de estar dada por las exportaciones. El segundo tema es
relativo a un límite de carácter dinámico en el que la industrialización debe
dar abasto para no requerir importar; esto solo sería viable si la producción
fuera mayor a la demanda en el mercado nacional, pero normalmente no es
así.
Otro tema que tiene el freno en la
industrialización de la región son las políticas inadecuadas, entre ellas, el
empleo ineficiente del ahorro, mecanización que ha desplazado la mano de obra
que hace que los ingresos reales caigan. Otro aspecto es relacionado con el
hecho de que si los países compradores disminuyen su apertura comercial, aunque
se aumenten las exportaciones disminuirá el ritmo de crecimiento económico, lo
que deja al desnudo las debilidades de la dependencia al exterior.
Por eso la productividad a lo interno es la
solución ya que conforme aumente esta el ingreso real medio en la industria
crecerá y los ingresos a los del sector primario serán superiores. Ahora bien,
esto nos deja claro que lo primordial es defender los precios del sector
primario.
En cuanto a la política anticíclica en
América Latina es posible que el ciclo económico de la periferia se base en la
exportación. El desarrollo industrial (producto del progreso técnico) podría
hacer más perceptibles las consecuencias del ciclo al acentuar el movimiento
oscilatorio de la ocupación en las zonas urbanas. Prebisch menciona que “si
varían las exportaciones, trayendo consigo efectos sobre la actividad interna
lo mejor es optar por políticas de carácter compensatorio” (Prebisch, 1986, pág. 498).
Entre menores exportaciones existan
habrá menos demanda interna y por ende menos ocupación e ingreso y menos
importaciones. Esto demuestra el ciclo que crea que las exportaciones tienden a
ajustar a las importaciones. Es por esto que es inconcebible una política expansiva
tendiente a aumentar la ocupación, sin reducir paralelamente el coeficiente de
importaciones. Estas han de categorizarse en dos estratos, aquellas
impostergables (aquellas indispensables para la máxima ocupación con mínimo de
exportaciones) y aquellas duraderas de consumo o capital. Es decir, la política
anticícilica es tendiente a aumentar al máximo la ocupación y productividad sin
depender de las exportaciones que puedan modificar la dinámica al punto de
aumentar las importaciones.
Dentro de los obstáculos que podemos
encontrar a la implementación de una política anticíclica encontramos la
pérdida efectiva del ingreso real al sustituir importaciones por producción
interna, requiriendo generalmente un aumento de los aranceles por el mayor
costo de su producción. Esto, en definitiva, requeriría la importación de
bienes de capital para el ahorro. Otro obstáculo está relacionado con la
necesidad de reducir aún más las importaciones no esenciales para el ahorro.
Esto se une al incremento de la población y la mala ocupación.
Cuando el ciclo de exportaciones no es
suficiente es ahí donde juegan un papel muy importante las reservas monetarias ya
que no se puede cubrir solo con ingresos las importaciones esenciales. En la
creciente hay una menor acumulación de capitales, mientras que en la menguante
hay una menor salida de divisas la cual solamente puede ser mayor que la
acumulación en la creciente si hay una expansión del crédito. Prebisch menciona
que durante la creciente el banco central emitiese títulos y durante la
menguante los cancelase habría circulado o se retendría una cantidad de oro
igual al ahorro. En ese sentido, para la periferia si es esencial que durante
el descenso cíclico se reciba cooperación de las entidades financieras
internacionales, que no esté limitada solo al crédito.
Otros medios que se tienen al alcance
para evitar la depresión son la compra de sobrantes de productos primarios. En
la menguante la producción agraria no se reduce, baja el precio de los
productos primarios pero sin hacer referencia a una posible desocupación rural.
Prebisch menciona que “es inevitable la fluctuación de ciertos tipos de
inversiones aún cuando se aplique eficazmente una política anticíclica.” (Prebisch,
1986, pág. 501).
En este contexto latinoamericano los
reajustes parciales son un complemento indispensable en la política de
desarrollo económico a largo plazo. La industria hará más notoria la
vulnerabilidad de la periferia con respecto al centro. Esas fluctuaciones deben
ser neutralizadas para evitar que la ocupación productiva disminuya.
En conclusión, todas estas
consideraciones generales no pueden aplicarse a casos particulares en América
Latina debido a la diversidad de los mismos en muchos factores y aspectos, pero
el uso adecuado de políticas anticíclicas podría elevar el nivel de progreso de
la región.
[1] Impuestos por las circunstancias; relacionados con la contención de
los efectos de la expansión inflacionaria interna sobre las importaciones y las
demás partidas pasivas de la balanza de pagos.
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